‘Hicieron que dos simples pianos de cola sonasen como la Filarmónica de Viena.’
Panamá América- Epasa
‘Los esperábamos. Y llegaron con el previsible éxito que llevan consigo [...] la espera por presenciar un concierto completo con ellos valió la pena.’
Málagahoy
‘Magistral fue la interpretación de Víctor y Luis del Valle. Espléndido virtuosismo, inaudita disposición al riesgo y la más alta seguridad de estilo se aúnan en estos dos músicos […] sonidos que quitan la respiración […] muy pocas veces se oyen obras de Mozart de una manera tan convincente.’
Stuttgarter Zeitung
‘Prodigios: belleza sonora y virtuosismo en su prodigioso y renovador pianismo.’
El País
‘Rompedores, que no rupturistas, estos magníficos respetan estilos y técnicas pero dejan muy clara su propia voz, que es joven y atrevida, vitalista y llena de humor, expresiva y musical a tope.’
La Provincia. Diario de Las Palmas de Gran Canaria
Tocar el piano a cuatro manos, todavía hoy, sigue considerándose sospechoso de música casera algo rancia: Las piezas más importantes se escribieron en la época del Biedermeier y no suponen grandes exigencias virtuosas. En el caso del dúo de pianos - así es la opinión en uso - el gran concierto tiene lugar mas bien con dos pianos de cola. El Dúo Del Valle convence hasta al último escéptico de que en ambas modalidades se ha producido un gran arte. El punto culminante de la noche en el Pianosalon Christophori es la Fantasía en fa menor de Franz Schubert, que se incorporó espontáneamente en el de por sí ya extenso programa y resultó singular en cuanto a profundidad existencial y tendencia bailarina. Es una obra muy apreciada. Muchos grandes pianistas la han interpretado, pero rara vez ha sido presentada con más sensibilidad que por los hermanos Victor y Luis del Valle. No se basa esto solo en la armonía de ensueño entre los dos artistas, que a la vez se expresa como alta perfección técnica; la igualdad de las frases, la presencia rítmica, la unidad de los colores del sonido - todo ello produce la impresión de estar interpretado por una sola persona. La habitual división en un discanto dominante y un bajo "acompañante" fue aquí por fin anulada, de modo que la música suena como un tejido transparente lleno de ininterrumpidos pasajes de voces. Así se descubren melodías nunca oídas, diálogos suplicantes, susurrantes, consoladores y amenazantes entre los ejecutantes, que descubren el sentido de la obra de una forma nueva. El público aplaude profundamente emocionado. Los dos españoles tocan con una individualidad inusual, llenos de ocurrencias, de efecto espontáneo - y sin embargo estilísticamente siempre correcto. La sonata en do mayor KV521 de Mozart suena llena de coquetería, en la que los hermanos se tiran la pelota uno al otro, se frenan mutuamente con un vaiven de tempos, jugando a travesuras. También el contacto visual intenso entre ellos, a menudo de sonrisa, hace entender a qué diablura esta jugando el compositor aquí. La flexible configuración de tempo crea también la plasticidad en los distintos episodios de "La Valse" de Ravel: Las sombras borbotantes desde las cuales emerge la primera melodía de vals, su ascensión hacia el baile estridente sobre el volcán y hasta el colapso. Las "Variaciones sobre un tema de Paganini" de Witold Lutoslawski brillan con incisivo rítmico y humor disonante. Inteligencia lacónica da colores a las"Cinco Piezas" de Ligeti - a veces casi algo malvado - mientras que en el arreglo para piano de Percy Grainger sobre "Porgy and Bess" de Gershwin se despliega el completo panorama de esta opera: Colorido, dramático, emocionante.
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